En el mundo del M&A pueden existir un montón de players. Veamos qué pasa cuando tu empresa la quiere comprar otra que no necesariamente tiene la plata para hacerlo. Veamos qué sucede en el maravilloso mundo de las leveraged boyouts (LBO).
Funcionamiento básico del apalancamiento
Ponele que estás mirando una vidriera. Ves esa tele 4K de 85 pulgadas que tanto querías. Pero hay un problema: cuesta 1,000 USD y sólo tenés USD 100 en tu bolsillo. ¿Fin del sueño? No necesariamente. Te das cuenta de que podés usar esos USD 100 como seña, y financiar el resto.
Vos sabés el nivel de productividad que te va a generar esa tele, o sea que en poco tiempo va a generar el dinero necesario para pagar la deuda (yeah right). Bueno, más o menos así funcionan las adquisiciones apalancadas, pero a una escala mucho más grande y, por supuesto, con muchos más ceros.
Cómo es una leveraged boyout (LBO)
Una LBO se da cuando una empresa es adquirida principalmente con deuda. La empresa adquirida, por lo general, se pone como garantía para el préstamo. Sí, es como si estuvieses hipotecando la tele que todavía no compraste. Suena loco, pero tiene su lógica.
¿Por qué? Bueno, si creés que la empresa tiene un potencial tremendo para generar efectivo, entonces podrías usar ese efectivo futuro para pagar la deuda. Si todo va bien, al final podrías tener una empresa que vale mucho más, habiendo puesto relativamente poco dinero de tu bolsillo al inicio.
Ahora, volvamos al ejemplo de la tele. Si lográs hacer suficiente dinero con ella (supongamos que encontraste una forma revolucionaria de monetizar mirar a Fantino), podrías pagar fácilmente el financiamiento y quedarte con una ganancia. ¿Pero y si no?
La contracara de las LBO
Pongamos el caso que la tele que "compraste" en realidad no era tan genial. Imaginate que después de unos días, comienza a parpadear, el control remoto no funciona, y encima, la imagen no es tan nítida como creías. En realidad no mirabas a Fantino, sino que la tele tenía un enano adentro que lo imitaba.
En el mundo de las LBOs, este escenario tiene su equivalente. Comprar una startup tiene una altísimo probabilidad de que estés comprando un tren fantasma. Si la empresa adquirida no genera el efectivo esperado para pagar la deuda, o si el mercado cambia y la empresa pierde valor, las cosas pueden complicarse.
El problema es que la deuda, esa fiel compañera que te permitió realizar la adquisición, ahora se convierte en una pesada carga. Y si no generás suficiente dinero para pagarla, los acreedores van a querer su parte. Los acreedores podrían tomar control de la empresa y con este accionar abrir la ventana y que el viento se lleve todas tus promesas hechas a los empleados.
Además, tené en cuenta que cuando una empresa está altamente endeudada, es más vulnerable a las fluctuaciones del mercado. Una crisis económica o un cambio en las tasas de interés podría hacer que esa deuda sea aún más difícil de manejar.
Por eso, aunque las LBOs pueden ser una estrategia fascinante y lucrativa, también vienen con su alta dosis de peligros. Pero bueno, el que tiene miedo de vivir que no nazca.
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